martes, 28 de abril de 2009

"COSCOY"

Crónica

Como si fuera una aventura del Pato Donald buscando un tesoro perdido en medio de la inhóspita selva de cemento, llegamos al famoso sector El Bosque en Armenia, donde decidimos caminar hasta llegar al barrio Siete de Agosto. Antes de encontrar nuestra meta observamos un barrio realmente desconocido para nosotros, exceptuando la caminante Alba, quien ya había pasado por allí. Colgaban avisos como el de la Fonda Rasca Fija, o aparecían seres especiales como un hombre quien en un par de ollas gigantes cocinaba los chontaduros con los que muchos armenios pasarían días y noches realmente agradables. El humo de la leña que partía de este lugar hizo que nos llegara a la cabeza recuerdos de la infancia, que se conjugaban con la emoción de conocer un sitio diferente a las construcciones de la universidad.


Mientras caminábamos seguíamos indagándonos hacia dónde es que realmente nos dirigíamos. Para ese instante tan sólo sabía que tenía que seguir caminando.


Indagamos con algunos de los habitantes sobre en qué lugar se ubicaba el tesoro. Encontramos alguno que se parecía pero que no era el que deseábamos. Por ello seguimos caminando. Y mientras mirábamos, cada vez algo nuevo, de repente apareció un lugar espectral. Casetas coloridas, unas por el verde de las plantas medicinales, otra por los frutos y verduras que las madres utilizan para realizar el sancocho, o los plátanos para cocinar los frijoles. A su lado el café predominaba, una máquina se vislumbraba, zapatos viejos, pegantes de diferentes calidades, una moto que parecía ser quien escoltaba aquel negocio y un aviso sobre la calle que nos indicaba que el tesoro de los aventureros aparecía ante nuestros ojos. CLÍNICA DEL CALZADO COSCOY.

Eso precisamente era lo que buscábamos con tanto apremio, no porque mis tenis necesitarán arreglo, aunque tengo algunos que los podría llevar allí, sino porque decidimos fotografiar una antigua zapatería.

Todo lo que allí se observaba era interesante, carteles del Milán de Italia, una foto de Pelé, zapatos viejos, una radio que tiene un buen número de años de uso que en ese momento sintonizaba La Ventana del Café, y un hombre obeso que llevaba sobre sí unas gafas azules y pantalones manchados por el trabajo. Este hombre, dueño de la zapatería, era Carlos Alberto Balaguera, conocido como “Coscoy”, apelativo que le sirvió de inspiración para darle nombre a su clínica del calzado.

Sin saberlo nos encontramos con otro desplazado más de Colombia. A “Coscoy” le tocó salir de Campo Alegre, Huila, por amenazas de la guerrilla contra sus hijos. Al parecer este grupo pretendía tomar a sus hijos como combatientes. Hace dos años y medio tomó como su aposento a Armenia, y los cuyabros lo tomaron a él.

En esta zapatería, o “re montadora” de calzado, como Carlos Alberto le denomina, se tiñen chaquetas de cuero, aderezan tenis y zapatos, además de construirlos a la medida. De esta labor depende toda su familia. Mientras seguíamos tomando fotografías, “Coscoy” comentaba que “se podía sobrevivir, no conseguir mucho dinero, pero por lo menos vivir sin tantas necesidades”.

Mientras el zapatero dialogaba con los aventureros que habían encontrado el tesoro de sus fotos, era interesante observar como en este pequeño local de madera y zinc podía encontrarse tantos artilugios, desde una máquina que sirve para coser sobre cuero, pasando por los afiches de fútbol, la infaltable radio, los pegantes, mochilas que vislumbran sobre su tela, los años y los usos que se le habían dado, hasta los relojes de Millonarios. Todo ello dejaba en claro que aquel café que predominaba desde afuera demostraba el amor por el fútbol, la radio y su trabajo.

Y aunque antes de hablar con “Coscoy”, creímos que era un personaje un poco duro, nos enteramos que era un personaje muy amable con tres aventureros que lo único que deseaban era tomar fotografías de una vieja zapatería, y que terminó por convertirse en un tour por un sector de Armenia que desconocíamos, enterándonos que nuestra idiosincrasia nos permite tener una Clínica del Calzado en la que su médico es un zapatero, donde cocinamos en las calles los chontaduros con los que hombres y mujeres disfrutan hasta más no poder, y desde luego, la infaltable fonda Rasca Fija en donde seguramente los aventureros Alba, Cristhian y Andrés nos tomaremos nuestras “polas”… pero antes regresamos a la universidad, con la emoción de disfrutar lugares diferentes de las frías paredes de la misma.

Andrés Felipe Vanegas Carmona
Vanegasc1@hotmail.com
Foto 1 y 3: Cristhian Mauricio Burgos T.
Foto 2: Andrés Felipe Vanegas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me reí. Me gusta como lo escribió